Mirando Atras - Bar Automatico Tanger




Siguiendo con las entradas que dedicamos a arquitecturas e interiores ya desaparecidos hoy vamos a dedicarla a un establecimiento que se nos antoja curioso y que debió de ser toda una novedad en su momento, el Bar Automático Tánger.

En los años 30 los aires neoyorquinos nos trajeron novedades hasta entonces nunca vistas como fue el caso de los bares automáticos, establecimientos de autoservicio que comenzaron a proliferar en Madrid.



Precursor de la comida rápida, la existencia del Bar Tánger, hoy desaparecido, estaba ligada a la vida nocturna de la Gran Vía, con sus numerosos cinematógrafos y locales de espectáculo, vida que hoy todavía se mantiene, aunque sean las multinacionales con sus diseños estándar las que en la actualidad copan este mercado de la comida rápida.

En la avenida Pi y Margall nº 11, hoy Gran Vía 33, el arquitecto Alberto López de Asiaín diseñó un bar de estas características. El bar pertenecía a la empresa BATSA, presidida por la familia Mahón.



El Bar Tánger pretendía atraer, con su nombre cosmopolita de ciudad internacional y puerto franco, a un publico moderno dispuesto a integrar el modo de vida americano con la costumbre nacional del chato y la tapa.

Era un bar con autoservicio, en el que metías las pesetas y/o céntimos y podías tomar el producto por una trampilla (como apartados de correos), similar a las expendedoras automáticas de hoy en día. En un principio era de comida rápida ibérica (es decir, bocadillos), pero a finales de 1935 se incorporaron también platos y menú del día.



De reducidas dimensiones, se accedía a la planta baja por el curvo chaflán, y se encentraba a la derecha un frente "automático" de autoservicio de comida y de bebida, mientras que la tradicional barra aparecía a la izquierda, con un espacio semicircular al fondo en el que se podía permanecer de pie.

La fachada estaba chapada con piedra; las carpinterías eran metálicas y los vidrios opales de las ventanas daban un aire de misterio al interior, decorado con falsos techos de escayola en los que las bandas de luz y sombra agrandaban el espacio.



A la planta sótano se accedía gracias a la fuerte pendiente de una de las calles, y en ella se encontraban las instalaciones propias de un bar.

Como curiosidad: en este bar se hicieron las primeras demostraciones del fotomatón. Era un híbrido entre fotomatón y báscula, que en 4 minutos te daba la foto, peso y talla por escrito, o bien sólo la foto en 2 minutos.

Fuente: Web que el Ayuntamiento de Madrid ha realizado por el centenario de la Gran Via , 100 años de la Gran Via extraida del Nº 4 de la revista Nuevas Formas editada en 1935.

4 comentarios:

  1. El bar Tánger lo sustituyen ahora en la Gran Vía los chinos vendiendo bocadillos de pimientos fritos.

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  2. Esta vez me habéis "pillado" no había oído hablar de él ni del modelo de negocio. Desde luego unos visionarios, y la estetita preciosa.
    Hay un bar neoyorquino, el Flatiron Lounge, que tiene una entrada muy similar. http://www.flatironlounge.com/
    Saludos, y buen finde!

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  3. Me pasa como a MCarmen, no tenía ni idea de la existencia de esta maravilla. Sí conozco el Flatiron Lounge, que es una gozada. Siempre me recordó a Chicote.

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  4. Stultifer, bueno, mas que al bar, sustutuyen a su terraza ya que lo hacen al aire libre, no?

    mcarmen, interesante el Flatiron Lounge, en la web no hemos podido ver su entrada. Las imagenes nos han recorddo a nuestro Bar Chicote (auqnue no tengan la misma estetica).

    Ardilla, si, sorprende bastante un sitio como ese en la España de aquella epoca. Y como le decimos a mcarmen, a nostros el Flatiron Lounge (que envidia nos dais, nosotros no lo conocemos).

    Lo que hemos notado era lo avanzados y modernos que eramos antes de la guerra, en muchas instalaciones y como volvimos muy atras despues de ella

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